1984. Las anticonceptivas lo enmascaraban.
Comiendo con María (Nutrición) - Un podcast de María Merino Fernández
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El misterio del peso estancado: SOP, resistencia a la insulina y la clave del cambioIntroducción: Hoy os traigo un caso real que nos demuestra lo importante que es conocer nuestro cuerpo y cómo a veces el problema no es la falta de esfuerzo, sino la falta de información. Nuestra protagonista es una mujer de 27 años, con un peso de 72 kg y una altura de 1,65 m, que llevaba años intentando perder peso sin éxito. Un cambio inesperado en su vida reveló el verdadero motivo de su estancamiento y le permitió dar con la solución que llevaba años buscando.Historia clínica: La paciente llegó a consulta frustrada. Desde hacía más de 5 años intentaba perder peso sin resultados. Seguía una alimentación saludable, hacía ejercicio regularmente y, sin embargo, la báscula apenas se movía. Lo más desconcertante era que, a pesar de todos sus esfuerzos, se sentía constantemente cansada, tenía antojos de dulce y retenía mucho líquido. Además, sufría de hirsutismo leve y acné ocasional, pero lo atribuía a cuestiones genéticas o al estrés.Había estado tomando anticonceptivos desde los 16 años y nunca había tenido problemas aparentes con su ciclo menstrual. Durante la consulta, le propuse retirar la píldora para observar cómo respondía su cuerpo de forma natural y evaluar si había algún desajuste hormonal subyacente. Al dejarla, empezó a notar cambios: su menstruación no llegaba, su piel se volvió más grasa y empezó a ganar peso con más facilidad.El descubrimiento: Ante estos síntomas, le sugerimos realizar un perfil hormonal y una prueba de resistencia a la insulina. Los resultados fueron reveladores: La paciente tenía síndrome de ovario poliquístico (SOP) y una resistencia a la insulina moderada, dos condiciones que explicaban su dificultad para perder peso.El SOP había estado enmascarado durante años por el uso de anticonceptivos, lo que había regulado artificialmente su ciclo menstrual. Su resistencia a la insulina hacía que su cuerpo no gestionara bien los hidratos de carbono, favoreciendo el almacenamiento de grasa y generando los antojos de dulce que tanto la frustraban.Cómo comía antes y los cambios dietéticos: Antes de conocer su diagnóstico, la paciente basaba su alimentación en comidas supuestamente saludables pero con una alta carga glucémica: desayunos de tostadas con mermelada, yogures con cereales azucarados y zumos y batidos de fruta detox/antioxidantes a lo largo del día. También solía consumir snacks rápidos como barritas energéticas y galletas integrales pensando que eran opciones saludables.Con esta nueva información, ajustamos su alimentación para mejorar su sensibilidad a la insulina. Redujimos la carga glucémica de su dieta, eliminamos los ultraprocesados y priorizamos proteínas magras, grasas saludables y fibra. Incorporamos más vegetales en sus comidas principales y ajustamos la distribución de macronutrientes para estabilizar sus niveles de glucosa. También implementamos el ayuno intermitente de manera controlada, adaptado a sus necesidades y sin generar restricciones extremas.El cambio de estrategia: Además de la alimentación, modificamos su rutina de ejercicios. Ajustamos su actividad hacia entrenamientos de fuerza y actividad aeróbica de baja intensidad para mejorar su metabolismo. También incluimos ciertos suplementos como inositol, que ha mostrado buenos resultados en mujeres con SOP y resistencia a la insulina.El resultado: Tras tres meses con estos cambios, la paciente notó los primeros resultados: su energía mejoró, los antojos disminuyeron y, por primera vez en años, empezó a perder peso de forma sostenida. Seis meses después, su menstruación volvió y su piel también mostró una gran mejoría.Conclusión: El caso de la paciente nos recuerda la importancia de escuchar a nuestro cuerpo y buscar respuestas cuando algo no cuadra. Muchas veces, el problema no es la falta de disciplina o esfuerzo, sino...